Tema: Sigue hacia adelante
- Michelle Velez
- 18 nov 2024
- 2 Min. de lectura
Por. Jan Carlos Fernández
Hechos 13:44-48
"El siguiente día de reposo se juntó casi toda la ciudad para oír la palabra de Dios.
Pero viendo los judíos la muchedumbre, se llenaron de celos, y rebatían lo que Pablo decía, contradiciendo y blasfemando. Entonces Pablo y Bernabé, hablando con denuedo, dijeron: A vosotros a la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios; mas puesto que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles.Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo: Te he puesto para luz de los gentiles. A fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra."
Es impactante el hecho de que el evangelio de Jesucristo fue presentado primero a los judíos, pues desde los tiempos antiguos se les había profetizado sobre el Mesías. Sin embargo, muchos de ellos rechazaron al Mesías y también rechazaron el mensaje de salvación luego de la resurrección de Cristo.
Por lo tanto, Dios le da unas instrucciones a los discípulos y a Pablo de llevar la palabra a los gentiles o no judíos. Dios quiere enseñarnos que en nuestra vida muchos rechazarán el evangelio y a veces se nos va la vida tratando de convencer a la gente. Sin embargo, debemos llevar la palabra a la gente y si la rechazan, sigue hacia adelante, habrán personas que creerán, pero no podemos estancarnos en el mismo lugar. Las personas deben aceptar el mensaje y no podemos obligar a nadie. No perdamos la dignidad, el gozo ni las fuerzas si nos rechazan, al contrario, sigamos orando por esas vidas creyendo que Cristo los va a tocar. Lo importante es cumplir la voluntad del Padre y hacer la obra a la que fuimos enviados. No somos llamados a vivir en derrota sino a predicar con autoridad que Cristo es el Señor, el que salva, el que sana, el que liberta y el que transforma nuestras vidas para bien y para gloria de su nombre. No depende de nosotros sino de Él. Recuerda que el que rechaza tu mensaje de salvación, rechaza a Dios mismo y no a ti. Sacúdete del polvo, recobra nuevas fuerzas, pide perdón y continúa testificando con tu vida y con tu voz que Jesucristo es el Señor.

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