Dios de juicio y Dios Redentor
- Michelle Velez
- 28 abr 2023
- 2 Min. de lectura
Por Jan C. Fer

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Una de las preguntas más comunes de las personas cuando les hablan de Dios es que como un Dios tan bueno puede mandar a las personas al infierno. Eso suena como un acto de odio y desprecio. La respuesta es sencilla, el cielo es una relación eterna de amor con Dios y el infierno es un lugar sin Dios. Dios nos dio libre albedrío y la capacidad de amarlo por decisión propia. Por eso, si decidimos vivir apartados de Él, quien es la bondad misma, pues estaremos viviendo fuera de lo que es verdaderamente bueno.
Consecuentemente, Dios se revela como el que castiga, pero lo más hermoso es que también se revela como el que limpia y restaura.
Ezequiel 23:2,5,7,11,37,48-49
[2]Hijo de hombre, hubo dos mujeres, hijas de una madre,
[37]Éstas han adulterado, y hay sangre en sus manos, y han fornicado con sus ídolos; y aun a sus hijos que habían dado a luz para mí, hicieron pasar por el fuego, quemándolos.
[49]Y sobre vosotras pondrán vuestras perversidades, y pagaréis los pecados de vuestra idolatría; y sabréis que yo soy Jehová el Señor.
Israel y Judá pagaron las consecuencias por abandonar su relación con Dios, sin embargo, Dios prometió traer restauración sobre ellos.
Ezequiel 18:32
[32]Porque no quiero la muerte del que muere, dice Jehová el Señor; convertíos, pues, y viviréis.
Este es el mensaje que hoy Dios nos trae en este tiempo, pues el mandó a su hijo unigénito Jesucristo para traer salvación a nuestras vidas y restaurar nuestra relación con Él. La realidad es que son nuestras propias acciones las que nos condenan, porque ya Dios mandó al Redentor que no tapa nuestros pecados sino que los borra y nos da una nueva vida. Satanás intenta convencernos que la obra de Cristo no es suficiente para limpiarnos y que por ende, debemos sufrir para pagar nuestro pecado. Es importante entender que no es así. Ósea, sí enfrentaremos consecuencias por haber ofendido o haber tomado una mala decisión, pero Dios nos ayuda en ese proceso y no está contra nosotros. ¡Qué Padre tan bueno! Él es justo, pues nos fortalece y consuela en medio de nuestro dolor para que dejemos atrás todo aquello que intentó destruirnos.
Dios te Bendiga.
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